lunes, 11 de diciembre de 2006

Pálido


Sueño, espectro,
tu aparición repentina;
Ocaso de tu eterno descanzo.
Aferrate al deseo,
de satisfacer tu sed;
Evita de lleno,
escapar de Morfeo...

Cuelga el helecho,
de tu más profundo y sereno deseo.
Cual lecho de roca viviente,
te asfixias de jadear,
solamente.

Palidecer descalzo,
nadando en un río,
acariciando el remanso.
Un fruto de tu piel aflora,
marchita, ya, tu gris cadalzo...

Enerva tu miedo,
lo hunde...
De saber que ya que no hay,
más escondrijos,
ni bastiones secretos
donde ocultar tu deseo.

Oniricamente hablando,
perforas el umbral,
mural del alma,
que de tu inconciencia ambulante,
desconcierta la orquesta.

Verdor eterno,
te envuelve y arropa,
y gritas de impaciencia;
má permaneces imperturbable,
en completa calma...

Ya no más,
deleite material,
solo etérica presencia,
frente a la roída puerta
de la bóveda abierta.


(Foto sacada en un rincón del cementerio de la recoleta...)

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