Pasillos y murmullos de huesos roídos y viejos... opresión o prisión de los sentidos... Aún perciben destellos de hambre nocturna... Olvidos dejados a merced de la marea... A la deriva por tus calles de roca gastada... Perdida ya, la músika que tus muros elevan no alcanza aún y espera la llegada de la parca rastosa... De lejos la profundidad de tus confines parece incierta, y te vas adentrando por la selva de concreto y piedra... Fríos infraterrenos...
Como lluvia pasajera, tus retorcidos rumbos, se asemejan a serpentinas siluetas...
Vidrios rotos, regalos del cielo, cubren tus techos de granizo y granito...
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